Berlinale 2023: Día del cine iberoamericano
¿A quién contamos nuestras historias? El cine iberoamericano en tiempos de tiktokers, instagramers y plataformas

Después de dos años de pausa debido a la pandemia tuvo lugar el 20 de febrero 2023 otra vez el encuentro de cineastas iberoamericanxs en Berlín con el objetivo de impulsar el intercambio de ideas y proyectos durante la Berlinale y de dar mayor visibilidad a las producciones iberoamericanas dentro del gran festival. A invitación del Ibero-Amerikanisches Institut (IAI) y del Instituto Cervantes Berlín junto con el Programa IBERMEDIA y la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica (CAACI) discutimos en la Sala Simón Bolívar del IAI sobre la pregunta: ¿A quién contamos nuestras historias? El cine iberoamericano en tiempos de tiktokers, instagramers y plataformas, continuando además el debate durante la Berlinale de 2020 (Mesa redonda: La presencia del cine iberoamericano en las plataformas digitales – Cine Iberoamericano Berlin).

Moderado por Emilio Mayorga, periodista español y corresponsal para LatAm cinema y Screen International, reunieron en la mesa redonda Álvaro Gago, director de España quien competió en la sección Panorama del Festival 2023 con su película “Matria”, la directora brasilieña Caru Alves de Souza, Geminiano Pineda, productor y distribuidor de México, Natalia Smirnoff, directora argentina y nominada al Oso de Oro en 2010 con su película “Rompecabezas”, Pablo Solarz, director de Argentina, compitiendo en la sección Generation con su película “Desperté con un sueño”, la productora uruguaya Lucía Gaviglio quien participó en Berlinale Market y Jorge Forero, productor colombiano y participante en Berlinale Talents 2023.

Primeramente, lxs panelistas expresaron su alucinación de volver a un festival físico otra vez y poder reunir personalmente para retomar las actividades y el intercambio. Destacaron el papel importante de instancias como la Berlinale para viabilizar y generar vínculos mundialmente y al final también encontrarse con otrxs cineastas de America Latina.

¿Las plataformas como elefante en la cacharrería?

Hablando de los nuevos modelos y cambios de paradigma causados por plataformas como Netflix o tiktok tanto en cuestiones industriales como en cuestiones de contenido o en cuestiones artísticas, Emilio Mayorga planteó la pregunta si el “ADN” del cine latinoamericano se va a mantener ante las plataformas como “elefante en cacharrería” y qué entrada el cine latinoamericano tiene en estos nuevos modelos de distribución y también de producción en las plataformas.

Pablo Solarz abrió la discusión contando de sus experiencias primeramente afortunadas en casos donde producciones, incluso pequeñas y con poco potencial comercial, fueron apoyadas por una plataforma por ejemplo durante la pandemia. Sin embargo, también temió un escenario en lo que todo que se hace y produce iba a terminar directamente en una plataforma sin una exhibición en las salas de cine. Ya de momento se podría ver el problema que buena parte de las plataformas no precisamente apoyarían y hasta se opondrían a que las películas se exhiban en los cines.

Ante la sensación de que las plataformas están reemplazando poco a poco las salas de cine se destacó en la mesa redonda la experiencia única de un espacio cerrado oscuro “con la puerta cerrada a oscuras, con los teléfonos desconectados y una pantalla grande” como Pablo Solarz lo puso.

“Podríamos soñar con una convivencia armoniosa” como lo comentó Emilio Mayorga, pero se podría notar que los productores y los directores estarían cada vez más forzados y empujados por las circunstancias. Al otro lado para muchos de ellos sería un “canto de la sirena” con las plataformas ofreciendo condiciones atractivas también para directores y productores de proyectos más experimentales siempre cuando lograríanzustimmen hacer un contrato.

Geminiano Pineda asintió a esta estimación dando México como ejemplo donde habían fichado las plataformas grandes a los directores internacionalmente más reconocidos, como Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro o Alejandro González Iñárritu dándoles bastante libertad a hacer lo que se les antojaba hacer con un presupuesto bastante amplio y que al final ellos parecían buscar lo mismo como sus colegas del cine independiente: ayudar primeramente a la distribución en los cines. Además, aún habría posibilidades de invertir este proceso con comprar los derechos, hacer alianzas con otros países antes del estreno en cine y así tener la autoridad de cuando una plataforma anunciaba interés, disponer de la fecha y las condiciones del estreno digital.

Más que producir commodities audiovisuales

Existió conformidad de que las grandes plataformas como Netflix y otros buscarían crear cierto tipo de contenido empujados a su vez por la necesidad de seguir creciendo su público. Caru Alves de Souza añadió que aparte de las posibilidades interesantes de colaborar con una plataforma grande, esta lógica le resultaría muy problemática y que contarían básicamente dos preguntas, es decir, cuántas subscripciones se puede conseguir y cómo se puede lograrlo con estos conceptos de contenido. Habló de meras “commodities audiovisuales” que estarían produciendo y la pregunta qué espacios tendían los cineastas iberoamericanos dentro de esta nueva lógica y como se situarían en ella.

Lo que a Lucía Gaviglio preocupó sobre todo era la adquisición de la propiedad intelectual por parte de las plataformas y el resultado de la actitud de muchos de, como la llamó, “pan para hoy, hambre para mañana”, es decir, vender todos los derechos para buen dinero y dentro de un par de años y probablemente agravado por la concentración en el mercado de las plataformas, encontrarse enfrentado con el hecho de que los pocos grandes definan los contenidos y controlan el acceso a estos contenidos.

Además abordaron lxs panelistxs el aspecto de los recursos financieros de las plataformas los cuales permitirían pagar sueldos con los que producciones independientes muchas veces no podrían combatir. Sin necesariamente tener una actitud conservadora, habría que pensar en esto: “Vamos a hacer cine, pero esta es una realidad” como concluyó Caru Alves de Souza.

A Álvaro Gago le creó dificultades la palabra de “contenido” que parecería una palabra extremadamente estéril para abarcar la problemática resultando de una fuerte tendencia de homogenización a la cual habría que enfrentarse. Sin ánimo tampoco de demonizar a las plataformas, ellas –sin quizás ser conscientes de todos los actores en el ecosistema visual y todas las sensibilidades– habían “venido arrasando”. Ante esto sería la responsabilidad “de nosotros y de ellos” empezar a crear líneas de diálogo para que las plataformas conozcan las inquietudes y preocupaciones.

Las plataformas como herramienta

Natalia Smirnoff, por otro lado, recordó a las grandes dificultades que habían tenido en realizar el clásico de hoy “La Ciénaga” hace 20 años cuando nadie creía en eso al principio y resumió que siempre fue difícil hacer cine independiente. Pero que siempre se podría encontrar vías de acción para las “excepciones hermosas” y lugares donde seguir encontrando «que la voz no se pierda” y si algo tendía interesante Latinoamérica sería eso, las diferentes voces y la diversidad.

En general, “tenemos que ser un poco más festivos, más progresistas y más combativos” constató Pablo Solarz, coincidiendo además con Natalia Smirnoff en que hacer una película que no sea industrial siempre había sido “una quijotada”. El problema no serían las plataformas que harían su negocio en un contexto de tecnologías avanzadas, sino todo el sistema neoliberal además del avance de las derechas en todo el mundo y el corte de fondos públicos en muchos lugares.

Lucía Gaviglio retomó el aspecto de los sueldos atractivos de las plataformas desde una perspectiva positiva, subrayando las nuevas oportunidades laborales que traerían las plataformas por ejemplo para estudiantes de lo audiovisual y otros profesionales. Pablo Solarz asintió mencionando la gente de cine que estaban en la calle “abriéndose quioscos o manejando Ubers” y quienes ahora estarían trabajando otra vez en el mercado audiovisual gracias a las oportunidades de trabajo de las plataformas.

Caru Alves de Souza destacó que habría también iniciativas muy positivas de utilizar las plataformas como Instagram de manera inteligente e innovadora dentro de su propia lógica, como por ejemplo los “informes meteorológicos” de David Lynch. Ante un paisaje cambiado parecería imprescindible cambiar también la propia forma de pensar y crear películas.

Parece incuestionable también que hubo una sacudida y que las plataformas han venido para quedarse. Sin embargo, la mesa concordó generalmente que –sobre todo hace los últimos años y como consecuencia de la pandemia– habían surgido interesantes plataformas, iniciativas e foros de cine independiente y que la tecnología de las plataformas también abriría nuevos espacios para lo más experimental y más personal. Ejemplos serían entre otros el programa educativo Cinema en curs, la plataforma para cortometrajes brasileros Cardume o Cineforo en Nicaragua.

Repensando las audiencias

Otro aspecto intensamente discutido fue la pregunta inicial del debate, a quién se cuenta sus historias, o sea, quiénes son las audiencias que se quiere y puede alcanzar. Las condiciones y circunstancias actuales exigirían pensar más en cómo conectar con el público que todavía iría al cine tanto como atraer a gente que ya no o todavía no frecuentaría las salas de cine.

Jorge Forero destaca la necesidad para cineastas y autoridades de generar nuevos espacios y nuevas posibilidades de comunicar con sus audiencias teniendo en cuenta también nuevas formas y hábitos de consumo como ver un vídeo en el celular en camino y la responsabilidad por parte de los creadores de reaccionar a esto. Aunque sería muy fácil poner su película en YouTube donde potencialmente llegaría a todo el mundo, ¿dónde estaría exactamente la gente quién se interesaría para este tipo de contenido?

Partiendo de sus experiencias positivas con la proyección de su película “Matria” en el contexto local de Galicia, Álvaro Gago recomendó la presencia en colegios e instituciones educativas y comunitarias para encontrar a la gente más allá del cine. Porque además del hecho, como agregó Pablo Solarz, que ir al cine prácticamente ya no sería asequible para una familia, habría de reconocer que mucha gente estaría cansada de la vida y del trabajo y “nosotros lo que le estamos pidiendo con nuestras películas es que sean individuos, y lo que quieren al llegar al final del día es dejar de serlo”. En consecuencia, habría que reflexionar sobre cómo la propia actividad podría repercutir positivamente en la vida de la gente y tal vez empezar a cambiar pequeñas cosas entre todos y todas.

Se veía un gran potencial sobre todo en establecer un diálogo con los jóvenes como audiencias futuras. Todavía habría muy pocas películas dirigidas a niños y jóvenes, por lo menos en Latinoamérica, aunque ahí sería donde estarían los espectadores nativos de las plataformas y de las redes sociales.

Además se subrayaron las oportunidades del cine móvil y pantallas itinerantes para la circulación de los contenidos. Lucía Gaviglio contó de iniciativas en Uruguay recorriendo los pueblos y las plazas del país y así ofreciendo una alternativa forma de un consumo colectivo de cine, además de forma gratuita y así muy democrática.

Y finalmente, como no solamente señalaron las recientes reacciones positivas por los alumnos alemanes a la película “Desperté con un sueño” de Pablo Solarz, tampoco se debería subestimar los festivales como la Berlinale como, según Caru Alves de Souza, “grandes formadores de público”.